El fin del hiperconsumo, ha sido un verdadero punto de inflexión en 2018, ahora se ha arraigado con más fuerza en los franceses durante el 2019.
En Francia, la disminución de la tasa de natalidad en los últimos cinco años, junto con el envejecimiento de la población, ha provocado una caída en los alimentos que se consumen en el hogar.
“Pero las razones para reducir el consumo en general son más profundas que esto. Los franceses ahora saben que al comer menos serán más saludables y reducirán los desechos para proteger el planeta”, sostuvo Gaëlle Le Floch, director de insight estratégico de Kantar Worldpanel Francia.
Los hogares eligen productos más caros y priorizan la calidad sobre el precio: el 69% está dispuesto a pagar más por productos de mayor calidad.
¿DÓNDE COMPRAN LOS FRANCESES?
Las tiendas han vuelto a poner sus propias marcas en el centro de su estrategia comercial, centrándose en la calidad de sus productos y en los conductores de consumo populares.
Estos impulsores incluyen etiquetas orgánicas o locales, que muestran ‘Hecho en Francia’, la eliminación de ingredientes sospechosos, el uso de Nutriscore para algunos de ellos y productos vegetales como reemplazo de proteínas animales.
Las tiendas de liquidación y las tiendas de descuento como ‘Action’ están aprovechando esta situación y han tenido mucho éxito.
También destacan las tiendas especializadas como Grand Frais o mediante plataformas colaborativas como La Ruche qui dit oui.
Además, los shoppers franceses compran a través de aplicaciones como Yuka, en 2019, el 21% de los hogares franceses usaban al menos una aplicación de alimentos o higiene / belleza, refiere un informe de Kantar Worldpanel Francia.
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PUNTOS A DESTACAR
En términos más generales, estos consumidores son partidarios del consumo responsable y los productos locales a través de canales de distribución alternativos. Se están alejando de los hipermercados tradicionales y están preocupados por el ‘fin del mundo’.
Por otro lado, también hay consumidores franceses menos urbanos y más modestos, que enfrentan grandes limitaciones presupuestarias y sienten frustración al verse obligados a apretarse el cinturón.
El desafío del consumo masivo en Francia radica en este doble vínculo al que deben responder: abordar la diversidad del consumidor y oponerse a modelos de estilo de vida, en un contexto de crisis social.