En tres de los últimos cinco años la economía peruana registró un comportamiento por debajo de lo anticipado por los analistas. Si bien esta divergencia se debió principalmente a una volátil evolución de los sectores primarios -en particular Pesca y Minería- también se observó una sostenida desaceleración de la demanda interna -en especial de la inversión-.
El 2019 empezó con perspectivas positivas ante la expectativa de una tregua en la guerra comercial entre EE.UU. y China -lo que podría haber beneficiado el precio de los metales industriales como cobre y zinc- y un menor ruido político local -luego del empoderamiento del gobierno tras los resultados del referéndum sobre la reforma política y judicial realizado a fines del 2018-.
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Sin embargo, la incertidumbre sobre el crecimiento de la economía mundial se mantuvo -ante los escasos avances en las negociaciones para destrabar la guerra comercial mientras que el ruido político local aumentó y tuvo un pico a fines de setiembre -luego del cierre del Congreso-, analizó el Departamento de Estudios Económicos de Scotiabank.
Estos factores, junto a una temporada de pesca peor a la esperada -producto de la menor disponibilidad de anchoveta- y un retroceso no anticipado de la producción minera -debido en parte a conflictos sociales-, explicaron porque el crecimiento de la actividad económica bordearía el 2.3% al cierre del 2019, por debajo del 3.8% esperado a inicios de año.
Este 2020 inicia de manera similar al 2019. El reciente acuerdo parcial alcanzado entre EE.UU. China -denominado fase 1, a firmarse el 15 de enero- abre las puertas a un crecimiento de la economía mundial cercano al 3.0%, así como a una mejora en el precio de los metales industriales como el cobre.
“No obstante, es difícil que este año se llegue a un acuerdo definitivo entre nuestros dos principales socios comerciales, lo que sumado a los latentes riesgos geopolíticos -como lo sucedido la semana pasada en Medio Oriente-, nos hacen prever un contexto internacional similar al registrado en el 2019”, indicó Pablo Nano, analista de Scotiabank.
“Nuestras principales diferencias en las proyecciones de actividad económica para el 2020 respecto al BCR se dan en la evolución de la demanda interna, en particular de la inversión. Si bien coincidimos en una recuperación de la inversión pública -luego del estancamiento registrado en el 2019- impulsada por el mayor gasto de capital de los gobiernos regionales y locales -tras superar la curva de aprendizaje de su primer año-, nosotros somos menos optimistas en la magnitud del aumento”, indicó Nano.
En cuanto a la inversión privada, somos más conservadores pues prevemos un crecimiento marginal de la inversión privada no minera como resultado de la cautela de los inversionistas ante el escenario externo, así como por el impacto que tendrían las elecciones generales del 2021 sobre esta variable -el que sería más notorio en el 4T20-.
Si bien el PBI crecería a un ritmo mayor que en el 2019, esto se debería principalmente a la esperada recuperación de los sectores primarios, mientras que la variación de la demanda interna sería sólo levemente mayor, por lo que la percepción en torno a la evolución de la economía sería similar a la registrada en el 2019.
“Nuestra proyección de crecimiento del PBI de 3.0% para el 2020 no presenta sesgos. En nuestra opinión el balance de riesgos es equilibrado. Por un lado, el reciente acuerdo entre EE.UU. y China incrementa las probabilidades de una evolución de la economía mundial mejor a la esperada, aunque los recientes sucesos en el Medio Oriente elevan los niveles de incertidumbre”, estimó el analista de Scotiabank.
Por otro lado, la evolución de la segunda campaña de pesca del 2019 -que tendría un impacto negativo en enero del 2020- aumenta las probabilidades de un crecimiento de los sectores primarios menor al esperado durante el 2020.
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